Todos podemos hacer música
Quizás nos parezca que no tenemos habilidades musicales. Bueno, pensemos por un momento en la voz. Gracias a la versatilidad de este instrumento propio del ser humano, casi todos podemos hacer música hasta cierto grado, tengamos o no instrumentos musicales. Lo único que hay que hacer es abrir la boca y cantar. Y al hacerlo, recordemos que no es cuestión de ganar un concurso. Si practicamos, es muy posible que mejoremos.
“La voz está en contacto directo con el punto desde [donde] [...] surgen las emociones más profundas y es el instrumento más eficaz para poder expresarlas”, revela la revista Psychologies en español. “[Cantar] es algo emocionante [...] —asegura la soprano Ainhoa Arteta—. Aconsejaría a cualquier persona que sienta la necesidad de expresarse mediante el canto, que lo haga con toda libertad y espontaneidad.”

Puesto que la música ejerce una gran influencia en el corazón, debemos elegirla con cuidado. Conviene tener en cuenta, por ejemplo, que algunas melodías hermosas disimulan letras desagradables que restan importancia a temas como el odio, la inmoralidad o la violencia, o incluso los fomentan. Son canciones con las que ninguna persona de principios desearía entretenerse (Efesios 4:17-19; 5:3, 4). La Palabra de Dios recomienda: “Más que todo lo demás que ha de guardarse, salvaguarda tu corazón, porque procedentes de él son las fuentes de la vida” (Proverbios 4:23). Lo cierto es que la música que uno elige no es un asunto de menor importancia.*

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